Manuel ALVAR LÓPEZ (Benicarló, Castellón, 8 de julio de 1923-Madrid, 13 de agosto de 2001) fue un filólogo, dialectólogo y catedrático español que renovó los estudios filológicos en la segunda mitad del siglo XX e impulsó la investigación sobre los dialectos.
Hijo de los aragoneses residentes en Zaragoza Manuel Alvar Salillas y Apolonia López, nació en Benicarló —adonde su madre quiso ir a dar a luz porque allí residía un hermano médico—, pero vivió en la capital aragonesa desde sus primeros días. En el libro El envés de la hoja (IFC, 1982), Alvar nos habla de su paso por el Instituto Goya, que entonces no contaba con edificio propio. Por ello, Alvar empezó en el del antiguo colegio de jesuitas —que había sido suprimido—, compartido durante la guerra con un hospital para heridos; se trasladó más tarde al de la Escuela de Comercio (en la plaza de los Sitios) y regresó después a la vieja Universidad, en la Magdalena. Cuenta que, como Lázaro Carreter, empezó asistiendo a las escuelas preparatorias del Instituto —creadas para posibilitar el acceso al bachillerato a los alumnos procedentes de escuelas municipales— y cómo llegaba hasta el Instituto desde el número 20 de la calle Aguadores, en el barrio del Gancho o de San Pablo, el barrio de artesanos y labradores donde vivía. En el Goya oyó hablar por primera vez de Unamuno, a quien se homenajeaba con motivo de su jubilación en 1934 y vivió los horrores de la guerra.

De esos días recuerda al profesor Baratech y al protector Francisco Cebrián, entonces director del centro. En el edificio de Comercio le dieron clase Gella, don Pedro Gómez, Amador, Rafael Ibarra y Allué Salvador. Tras la guerra, Baratech y profesores nuevos: Moreno Alcañiz y José Manuel Blecua, que les impartió clase durante el curso 1940-1941, en 7ª de bachillerato.
Alvar formó parte de una generación excepcional, la promoción 1934-1941, a la que pertenecían varios alumnos que llegaron a catedráticos universitarios —además de Alvar, Joaquín Bosque, Gustavo Bueno, Constantino Láscaris, Lázaro Carreter, Félix Monge y Antonio Ubieto—, y dos de ellos —Lázaro Carreter y Alvar—, a directores de la RAE. El profesor Blecua fue determinante para que esos alumnos —tres de los cuales se convertirían en eminentes filólogos: el propio Alvar, Fernando Lázaro Carreter y Félix Monge Casao—, decidieran estudiar Filosofía y Letras. De Félix Monge recuerda que los desarmó con su bondad cuando le pusieron la zancadilla y, a partir de entonces, se hicieron amigos. En el paseo de las Damas (por donde se accedía al edificio de jesuitas), “a pedrada limpia”, vio por primera vez a Lázaro Carreter el día en que ambos encontraron su nombre en la lista que les abría las puertas del Goya. Fueron los dos únicos alumnos de las preparatorias que acabaron el bachillerato siete años después.
Alvar, Lázaro Carreter y Monge cursaron los dos años de comunes en la Universidad de Zaragoza, adonde se acababa de incorporar como catedrático de Literatura Francisco Ynduráin, al que Alvar calificó de “milagro” en una “triste Universidad”. Ynduráin logró entusiasmarlos no solo como profesor de literatura sino también con sus explicaciones de gramática histórica. Allí se les unió el jacetano Tomás Buesa Oliver, que se convertiría en amigo entrañable y colaborador de Alvar. Lázaro Carreter y Félix Monge marcharon después a Madrid, en cuya Universidad Central cursaron los tres años de especialidad en Filología Románica, inexistente en Zaragoza. Alvar y Buesa, sin embargo, continuaron esos estudios en Salamanca, de cuya Facultad de Letras era decano el aragonés José María Ramos y Loscertales, amigo de Unamuno. Eran los años de las cartillas de racionamiento y del estraperlo, de viajes en trenes renqueantes o por carreteras llenas de baches. Alvar y Buesa se hospedaron en casa de Julia de Valiente, que había sido niñera de la familia Unamuno. En Salamanca coincidieron con Agustín García Calvo, Carmen Martín Gaite e Ignacio Aldecoa, con quienes llegaron a hacer teatro. Manuel Alvar se licenció en 1945 con la calificación de sobresaliente y Premio Extraordinario. En la orla de Filología Románica del curso 1944-1945 figuran nueve mujeres y tres varones.
En 1941 Alvar había ganado, por oposición, una beca del Ayuntamiento de Zaragoza que disfrutó hasta acabar la licenciatura. Después fue nombrado becario y colaborador de la Institución Fernando el Católico, de Zaragoza, y profesor auxiliar de los cursos de verano de la Universidad de Zaragoza, en Jaca, lo que le facilitó el trabajo de campo para preparar su tesis doctoral. En 1945 fue nombrado profesor encargado de cátedra de la Universidad de Salamanca, y al año siguiente se doctoró en la Universidad de Madrid con una tesis, dirigida por Manuel García Blanco, titulada El habla del campo de Jaca, que mereció la calificación de sobresaliente y Premio Extraordinario, obtuvo el Premio Menéndez Pelayo de Investigación del CSIC (1946) y fue publicada en 1948. A continuación, el periodo de prácticas como alférez de Infantería, destinado, con el Regimiento Viriato, a la parte oriental del Pirineo navarro, le permitió iniciar sus estudios sobre todo el dialecto aragonés. En 1947 obtuvo, por oposición, una plaza de profesor adjunto en Salamanca, en la que permaneció solo un año pues en 1948, con tan solo veinticinco años, accedió por oposición a la plaza de catedrático de Gramática Histórica de la Lengua Española en la Universidad de Granada.



Al año siguiente, el 21 de septiembre, contrajo matrimonio en la basílica zaragozana de Santa Engracia con la historiadora Elena Ezquerra Marcial, “su novia de siempre” y condiscípula en la Facultad de Letras. Fueron padres de siete hijos varones: el también catedrático y lexicógrafo Manuel Alvar Ezquerra (1950-2020), el catedrático de Filología Románica Carlos Alvar Ezquerra (n. 1951), el investigador y doctor en medicina tropical Jorge Alvar Ezquerra (n. 1952), el catedrático de Filología Latina Antonio Alvar Ezquerra (n. 1954), el catedrático e historiador experto en Historia Antigua Jaime Alvar Ezquerra (n. 1955) y el profesor universitario y especialista en la España del Siglo de Oro Alfredo Alvar Ezquerra (n. 1960).
Desde 1968 fue catedrático, por concurso, de la Universidad Autónoma de Madrid, donde ocupó la cátedra de Lengua Española (la primera que se creó en España), y de la Complutense desde 1971 hasta su jubilación en 1988. En 1966 fue elegido académico correspondiente de la Real Academia Española, en la que ingresó como académico de número ocho años más tarde. Tomó posesión el 7 de diciembre de 1975, con un discurso sobre la obra de Jorge Guillén titulado Cántico. Teoría literaria y realidad poética. Fue el vigesimosexto director de la RAE, elegido el 1 de diciembre de 1988. Ocupó el cargo hasta diciembre de 1991. Durante su mandato logró que la dotación de la RAE entrara en los presupuestos generales del Estado y comenzó la modernización de las infraestructuras de la institución. Además, en este periodo se publicó la 4ª edición del Diccionario de la lengua española (1989) y se llegó a un convenio con la Comunidad de Madrid para la gestión compartida de la Casa Museo de Lope de Vega. Fue académico numerario de la Real Academia de la Historia y académico correspondiente de otras muchas.

Durante años, Alvar recorrió España y parte de América para recoger datos sobre el habla, que luego sistematizaría en los atlas lingüístico-etnográficos de Andalucía (ALEA), Canarias (ALEICan), Aragón, Navarra y Rioja (ALEANR), Cantabria (ALECant) y Castilla y León (ALECyL), además de en los quince volúmenes dedicados al español de América, todos ellos referentes ineludibles de la Filología Hispánica.
En opinión de María Antonia Martín Zorraquino Alvar es “una personalidad científica irrepetible” que hizo posible un extraordinario desarrollo de los estudios de Dialectología y de Geografía Lingüística en España, “integrándolos en nuevos modelos teóricos (el estructuralismo, sobre todo)”. Pero representa, además, al “filólogo de amplio espectro, en cuya obra descubrimos al dialectólogo, al historiador de la lengua, al editor de textos medievales, al sociolingüista, al lexicógrafo, al historiador de la literatura y al creador literario”.
Es autor de unos 200 libros y unos 800 artículos científicos, entre los que destacan Manual de dialectología hispánica (1996); Aragón, literatura y ser histórico, obra con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de ensayo (1976); Estudios sobre hablas meridionales (2004) y Español en dos mundos (2002), dedicadas a estudios sobre Hispanoamérica; Pasos de peregrino (1991), sobre su labor de investigador; la antología de poesía Las granadas en el ramo (1983) y el libro de relatos Islas afortunadas (1975). Hay que destacar igualmente sus ediciones críticas de textos medievales como El Libro de Apolonio, Vida de Santa María Egipciaca y El Libro de la Infancia y Muerte de Jesús, así como la antología Poesía medieval española, que revelan sus profundos conocimientos sobre la Edad Media. También se interesó por la difusión del romancero y por la literatura popular judeo-española, sin olvidar la obra de autores contemporáneos (Estudios y ensayos de literatura contemporánea, 1971; De Galdós a Miguel Ángel Asturias, 1971; El mundo novelesco de Miguel Delibes, 1987), con preferencia por poetas como Unamuno, Delmira Agustini o Jorge Guillén.
Impartió cursos de Lengua y de Literatura españolas por todo el mundo. Fue profesor en Santa Bárbara y en Albany (Estados Unidos), en Heildelberg y Bonn (Alemania), en La Sorbona (Francia) y en Upsala (Suecia), entre otras. Dirigió las revistas Archivo de Filología Aragonesa (1952-2001), Revista de Filología Española (1974-1999), El Español Actual (1976-1982), Lingüística Española Actual (1979-1992, y director honorario desde 1993) y fue codirector de la Enciclopedia Lingüística Hispánica (1958), de la que solo salieron tres volúmenes.
Doctor honoris causa por veinticinco universidades de España, de otros países de Europa y de América: las de Burdeos y San Marcos de Lima (1974), Zaragoza (1985), Sevilla (1991), Málaga y Nacional de San Juan en Argentina y Buenos Aires (1993), entre otras. Hijo adoptivo de diversas ciudades y predilecto de su Benicarló natal, fue reconocido con varias medallas de oro y con prestigiosos galardones, entre ellos, el Premio Antonio de Nebrija por El español hablado en Tenerife (1957); el Premio Nacional de Investigación del CSIC por Estructura del léxico andaluz (1960) y Vida de Santa María Egipciaca (1964); Premio Ibn-al-Jatib de la Junta de Andalucía; el Award Excellence in Research (S.U. de Nueva York, 1985), Premio Menéndez Pidal de Investigación Humanística y Científico-Social (1993), y el Premio Nebrija a la defensa del español (1996).
Cuando preparaba un ambicioso proyecto sobre el atlas lingüístico de América, falleció en Madrid a los 78 años y recibió sepultura en la localidad madrileña de Chinchón, de la que era hijo predilecto. Elena Ezquerra, su compañera de vida y colaboradora en muchos de sus proyectos con el nombre de Elena Alvar, falleció en Madrid el día 12 de febrero de 2016.
En septiembre de 2023, cuando se cumplían cien años de su nacimiento, la Caja de las Letras del Instituto Cervantes recibió el legado in memoriam de Manuel Alvar, formado por una selección de materiales que incluye cuadernos de campo y atlas lingüísticos escritos por un investigador de campo que, como expresó su hijo Antonio, “se pateó España y América entera para conocer el español hablado en cada rincón del planeta”.
Manuel Alvar logró también ser profeta en su tierra. Ya en 1960 la Institución Fernando el Católico lo designó miembro numerario del Colegio de Aragón; en 1985, siendo director de la misma Ildefonso-Manuel Gil, creó con el nombre de Alvar una nueva cátedra en su sección de Filología, y en 1989, a través de la Diputación Provincial de Zaragoza, le otorgó su máxima distinción: el premio —con Medalla de Oro— Santa Isabel de Portugal. En 1988 el Gobierno de Aragón le concedió el Premio de las Letras Aragonesas, y en 1990 el Ayuntamiento de Zaragoza lo condecoró con su Medalla de Oro. Una calle y una biblioteca de la ciudad de Zaragoza llevan su nombre. Fue designado parroquiano ilustre de la iglesia de San Pablo, miembro honorario del Ateneo zaragozano y miembro del Patronato Cultural de Ibercaja. En 2002, con motivo de la celebración de las Jornadas Internacionales en memoria de Manuel Alvar, se descubrió una placa recordatoria de los años vividos por Alvar en el barrio zaragozano de San Pablo.
BIBLIOGRAFÍA:
-ALVAR LÓPEZ, Manuel: El envés de la hoja. Edición facsímil. Institución “Fernando el Católico. Diputación de Zaragoza, 2002.
-ALVAR LÓPEZ, Manuel: “Ynduráin en mi recuerdo”, AFA-LI, pág. 11-17. En: https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/17/47/01alvar.pdf. [Consulta: 20 de enero de 2025].
-ANSÓN NAVARRO, Arturo: “El Instituto ‘Goya’ entre 1931 y 1970: Un destacado referente de la Enseñanza Secundaria en Zaragoza”, en VICENTE Y GUERRERO, G. (coord. y ed.), Historia de la Enseñanza Media en Aragón: [Actas del I Congreso sobre Historia de la Enseñanza Media en Aragón, celebrado en el IES “Goya” de Zaragoza del 30 de marzo al 2 de abril de 2009], IFC, 2011, págs. 347-434.
-MARTÍN ZORRAQUINO, María Antonia: “In memoriam Manuel Alvar: lo que él hizo posible”, Archivo de Filología Aragonesa (AFA), 67, 2011, págs. 15-17. En: https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/32/11/02martinzorraquino.pdf. [Consulta: 20 de enero de 2025]
-REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: voz “Manuel Alvar. Académico”. En: https://www.rae.es/academico/manuel-alvar-lopez. [Consulta: 21 de enero de 2025].